El mundo del golf vive en estos días una de las citas más esperadas y destacadas del mundo, la Ryder Cup. Lejos de ser una competición más, este torneo reúne a los mejores golfistas europeos y estadounidenses en un duelo por equipos en el que el talento no es el único ingrediente necesario para llevarse la gloria.
El trabajo en equipo, la gestión de emociones, el compañerismo, el respeto, los gestos… Todo es importantes cuando se compite por el honor y el prestigio, no solo de cada jugador por su labor individual, si no por el de los 11 compañeros con los que se suma equipo.
El pasado viernes, 25 de septiembre, daba comienzo la mediática Ryder Cup en el Marco Simone Golf & Country Club de Roma. Para el mundo del deporte, este torneo es el evento más destacado solo por detrás de los Juegos Olímpicos y la Copa del Mundo de Fútbol.
En este 2023, se espera que los europeos recuperen la Ryder Cup en casa, algo que parece llevar buen camino después de la exhibición de Rahm en la sesión de Foursome del pasado viernes por la mañana, obteniendo un abultado 4-0 junto a Hatton. De este modo, los europeos comenzaron con una victoria histórica en lo que era la sesión inaugural.
Un emocinante gesto
Pero si hay algo que no falla en toda Ryder Cup es la pasión de los aficionados. Su respeto y emoción se trasladan dentro y fuera del campo, formando parte de lo que es uno de los eventos de mayor impacto deportivo a nivel mundial. Además de las celebraciones y los lamentos por los resultados de cada bando, la grada del Marco Simone se ha teñido de nostalgia al recordar a una de las más grandes figuras del golf a nivel mundial.
De este modo, el público desplegaba este sábado, 30 de septiembre, una gran pancarta en la que se podía ver la imagen del español Seve Ballesteros y una frase: «Siempre en nuestro corazón», traducido de la original en italiano. Así se ha compartido desde la cuenta de RyderCupEurope:
Este gesto consiguió conmover a los presentes en Roma, entre los que destacó la emoción Chema Olazabal y Javi Ballesteros, hijo de la estrella del golf que falleció en 2011 y cuenta con uno de los mejores palmarés de la historia.
Por este y muchos otros más motivos se refuerza la idea de la que la Ryder Cup no es un torneo más al uso, si no una celebración de lo que supone el golf para el mundo del deporte, donde cada integrante de cada grupo de jugadores, su equipo, todas las personas que hay detrás y la afición, cuentan de una forma especial y hacen que todo cobre sentido.