La isla que solo admite visitas guiadas y un máximo de 120 personas al día en temporada alta

Cerca de las costas de Castellón, a unas 28 millas de la población de Alcocéber, emergen del mar Mediterráneo las islas Columbretes, un auténtico paraíso de gran valor ecológico e indiscutible belleza.

Fueron los primeros navegantes romanos quienes las bautizaron como ‘Colubrarias’ (tierra de culebras), admirados por la abundancia de estos reptiles que allí encontraron y a los que trataron de exterminar con fuego. Hasta principios del siglo XIX, la isla era visitada únicamente por pescadores, contrabandistas y piratas. La colonización de este archipiélago se produjo entre 1856 y 1860 con la construcción del faro de 61 metros de altura, aunque las actividades de contrabando se extendieron durante el siglo XX.

Esta tierra fue habitada por los fareros y sus familias durante más de un siglo aprovechando los recursos que brindaba su rico fondo marino hasta que en 1975, con la automatización de la torre, abandonaron definitivamente las islas. Entre este año y 1982 los aviones de guerra españoles y americanos utilizaban las islas como blanco en sus prácticas de tiro con bombas de humo, mientras un helicóptero filmaba los ejercicios. Para proteger esta joya, en 1988, la Generalitat Valencia instaló los primeros servicios de vigilancia y declaró este territorio Parque Natural y, posteriormente, Reserva Marina. 


Parque Natural de las Islas Columbretes


patronato provincial turismo castellón

Las Columbretes están formadas por un conjunto de islotes y escollos a los cuales les da nombre la mayor de cada una de sus islas: la Grande (l’illa Grosa), la Ferrera, la Horodada (Foradada) y el Bergantín (Carallot). De origen volcánico, este archipiélago es una clara muestra de la gran actividad geológica que ha sufrido la zona durante muchos años, ya que si se observa detenidamente se puede apreciar la presencia de un gran número de cráteres e incluso restos de la chimenea de un volcán extinto.

Debido a su aislamiento y a su excelente estado de conservación alberga una flora y fauna rica en endemismos. La topografía de sus fondos marinos, llenos de escollos, bancos y bajos es el refugio natural para muchas especies sobreexplotadas por la pesca. Además, cuenta con una excepcional riqueza de especies y una variedad de comunidades bentónicas y singularidades como el coral rojo y el alga Laminaria rediguezi. Todo esto hace que sea un punto de obligada visita para los amantes del buceo.


Vista aérea de las Islas Columbretes

Visita guiada a isla Grande

De todas sus islas solo una de ellas es visitable, la Grande, a la cual se puede acceder a través de dos escaleras, la de puerto Tofiño, situada en la parte central de la bahía, y la de Rosi, ubicada en la parte de poniente protegida de los temporales de Levante y Gregal. La visita, que siempre es guiada, dura una hora y media aproximadamente. Durante el trayecto se pueden observar numerosas aves –como la gaviota de Audoiun, la pardela cenicienta, el halcón de Eleonor y el corcomán moñudo–, lagartijas e insectos endémicos, así como apreciar la explosión de colores que ofrecen, sobre todo en época de lluvias, las distintas plantas en flor, como el amarillo limón de la alfalfa arbórea, el rosa de las malvas arbóreas o el blanco de los mastuerzos marítimos de Columbretes.

El recorrido, que va desde Puerto Tofiño hasta el faro -donde se encuentra el Centro de Visitantes-, cuenta con varias paradas, como la del mirador de las Escalas, desde donde se obtiene una panorámica de todo el archipiélago, la que muestra el aljibe excavado en la roca hacia 1856, o la que permite ver los restos de la desaparecida Cueva del Tabaco, testimonio de los tiempos de piratas y contrabandistas. Además, es recomendable visitar, previamente, el Centro de Información de la Reserva Natural situado en el Planetario de Castellón.


Imagen del faro en la isla Grande

Para realizar la visita existen unos horarios establecidos, así como un cupo de visitantes diario conforme al estudio de capacidad de carga y la Resolución 2019 de uso público de la Reserva Natural. Para llegar hasta aquí se puede optar por dos opciones: una embarcación propia, con la que habrá que respetar una serie de normas y limitaciones, o contratando una excursión en barco, rutas que salen desde Castellón y Oropesa y cuyos precios van desde 80 euros por persona.

En lo que a afluencia respecta, durante la temporada baja (marzo, octubre y noviembre) el número máximo de personas que pueden acceder al día es de 78, (40 llegan en golondrinas, 20 en charters y 18 particulares), distribuidas en grupos de 20 personas máximo. En temporada alta –del 1 de julio al 31 de agosto– el número asciende a 120 personas (70 en golondrinas, 30 en charters y 20 particulares). Durante los meses de diciembre, enero y febrero no es posible visitarla.