Una de las principales barreras para que los tratamientos para el cáncer cerebral es la barrera que supone el líquido cefalorraquídeo para el acceso de los fármacos al tumor. Dicha barrera reduce la eficacia del tratamiento actual en el cáncer de cerebro.
Además, según una investigación que se publica en la revista ‘Science Advances’, el líquido cefalorraquídeo, el líquido transparente e incoloro que protege el cerebro, también puede ser un factor que haga que los cánceres cerebrales sean resistentes al tratamiento.
Sin embargo, un fármaco utilizado para tratar la ansiedad desde hace décadas puede superar esta barrera y mejorar así la eficacia de la quimiorradioterapia contra el glioblastoma, el cáncer cerebral más común y letal, explica un equipo de investigadores australianos dirigidos por Cedric Bardy, del Instituto de Investigación Médica y de Salud del Sur de Australia (SAHMRI) y la Universidad de Flinders.
Los cánceres de cerebro matan a más niños y adultos menores de 40 años que cualquier otro cáncer. Son resistentes a las terapias que eliminan los tumores en otras partes del cuerpo.
Este equipo colaborativo de neurobiólogos, neurocirujanos y oncólogos probó el efecto del valioso recurso del líquido cefalorraquídeo humano en el crecimiento de células tumorales obtenidas de 25 pacientes locales con glioblastoma.
Entre sus hallazgos, las células tumorales cambiaron rápidamente su identidad y se volvieron más resistentes a la radiación y al fármaco temozolomida, que son los pilares de la terapia del glioblastoma.
«El glioblastoma mata en cuestión de meses a muchas personas que, por lo demás, están en forma, sanas y jóvenes. Esta es una enfermedad horrible y los tratamientos disponibles simplemente no son lo suficientemente efectivos a pesar de los graves efectos secundarios« », asegura Bardy.
Nueva terapia
En su opinión, el estudio «nos ayuda a comprender las limitaciones de las quimioterapias actuales y brinda nuevas esperanzas para reutilizar una clase de medicamentos que podrían agregarse la terapia estándar».
Al investigar la base molecular de estos cambios, descubrieron que las células de glioblastoma expuestas al líquido cefalorraquídeo eran más resistentes a la ferroptosis, una forma de muerte celular inducida por terapia.
Además, demostraron que la trifluoperazina, un ansiolítico utilizado desde la década de 1950, podía volver a sensibilizar las células de glioblastoma a ambas terapias. Y se descubrió que la trifluoperazina no daña las células cerebrales sanas.
Los investigadores creen que la combinación de trifluoperazina con la atención estándar puede mejorar la supervivencia de los pacientes con GBM.