En España nos gusta perfumarnos, eso es un hecho. No podemos decir si sabemos más o menos de perfumes, pero lo de aromatizarnos sí o sí antes de salir de casa nos viene de la cuna, algo que hemos visto en casa y heredamos, como los ojos azules, una buena melena… «Perfumarnos forma parte de la tradición: mi abuela se perfuma, yo me perfumo. Es un gesto automatizado», contaba el experto en perfumes Daniel Figuero (autor de ‘Contraperfume’, ed. Superflua) en una entrevista a Yo Dona. Pero mucho ojo: que mi abuela se perfumara, y yo lo haya aprendido de ella, no quiere decir que quiera oler como mi abuela (al menos, no hasta que alcance su venerable edad).
Por esa razón, por ejemplo, yo no me perfumo con ‘Nº5’ de Chanel. Es un perfume maravilloso, un icono de las fragancias, un hito, una composición vanguardista para su época -e incluso a día de hoy-, donde el ramo de jazmín, rosa e ylang-ylang se ensalza con aldehídos, un compuesto químico que da esa nota diferente y única. Un perfume que conocí porque era un básico en el tocador de mi tía Lita, la mujer que me abrió los ojos en muchos temas de belleza -tenía mil y un cosméticos hoy vintage aunque todavía muy de actualidad- y su inconfundible olor, ese con el que dejaba estela en el pasillo interminable de su piso señorial de Santander (que olía siempre a ‘Nº5’ y a tabaco…). Un perfume sin igual… con el que me siento mi tía Lita cada vez que he intentado usarlo. Que quede claro, mi tía Lita era una señora estupenda que fumaba elegantemente con boquilla, cual actriz de Hollywood, y llevaba los ‘chaneles’ casi mejor que Chanel (con perdón). Pero el olfato, ese gran amigo y a veces peor enemigo, rey del subconsciente y de la nostalgia, y cual Proust con su té y magdalena, hace que ‘Nº5’ me transforme en mi tía Lita… Con la edad en la que yo conocí a la tía Lita (20 años más que mi yo actual). Con lo cual, sí, a mí el perfume que popularizó mademoiselle Chanel, me echa años encima.
¿Los perfumes tienen edad?
Claro está que una golondrina no hace verano, y mi caso concreto no serviría para crear una teoría de si un perfume, como determinados cortes de pelo o peinados, puede echarnos años encima o ‘envejecernos’ de una pulverización a otra. La Academia del Perfume acude al rescate y sí se atreve a hacer un discurso que va de mi particular a lo general: «Si una chica joven huele el perfume que usaba su abuela, probablemente le parezca de persona mayor, pero si ese mismo perfume lo lleva una amiga, seguro que lo percibe de otra forma distinta». Ay, el olfato, amigo, enemigo, engañoso a ratos… Porque que a mí me parezca que me echa años encima un aroma no quiere decir que el ‘oliente’ tenga la misma percepción…
Entonces, ¿hay perfumes más juveniles y otros que te echan años encima? En realidad, como comentamos, se trata más de una percepción relacionada con nuestras propias experiencias con los aromas, sobre todo con los que persisten desde la infancia. Además, como reconocen desde la Academia del Perfume, la afinidad por un perfume u otro es algo muy subjetivo, varía en función de los gustos personales y también por razones culturales. Pongamos un ejemplo: ¿nos saldría natural decir que las fragancias frescas son más ‘antiaging’? Nos saldría, sin embargo Esperanza Pintado, experta en perfumes de Dior, es rotunda: «La idea de que un aroma juvenil es más fresco es un mito».
Un mito que, en España, tiene una razón de ser mito: como en nuestro país solemos perfumar a los bebés desde que nacen con agua de colonia, nos lleva a que las fragancias frescas nos conectan con la infancia… la juventud más absoluta, vaya. De hecho, ¿a cuántas personas adultas conocemos que les fascinan las aguas de colonia de bebé para sí mismas?
En cambio, hay países que están muy familiarizados con los perfumes orientales desde muy jóvenes, como toda la cultura árabe, o en los países del centro de Europa, donde suelen gustar perfumes menos frescos y de mayor intensidad, como recuerdan desde la Academia del Perfume.
Perfumes jóvenes o mayores: más allá del jugo
¿Qué se consideraría entonces, si se pudiera, un aroma más juvenil y qué en cambio más ‘maduro’? El marketing tiene mucho que decir en esto. Porque muchas veces, como cuentan en la Academia del Perfume, que una fragancia se considere joven viene dado no tanto por su olor sino por los códigos estéticos que lo acompañan. Hablamos de elementos como el packaging o la campaña de comunicación, que se dirige a un tipo de público más determinado. Un ejemplo: ‘Fame’, un perfume nuevo de Paco Rabanne tiene como imagen a Elle Fanning (25 años), a quien describen como el rostro de una generación (la suya, la Z), con un claro objetivo de mercado. En el otro lado, un ‘J’Adore’ de Dior, la última versión, ‘L’Or’, firmada por el perfumista de la maison, Francis Kurkdjian, que sigue teniendo, casi 20 años después, el mismo rostro, el de una Charlize Theron de 48 años.
Que el mundo de fantasía y aspiración que se crea alrededor de un perfume es inmenso, y condiciona al público a la hora de elegirlo, lo han demostrado los expertos de la Academia del Perfume, en cuyas catas a ciegas descubren cómo los códigos estéticos condicionan mucho la percepción, porque si se huele sin ver ni saber, desaparece muchas veces el condicionante de la edad.
Perfumes generacionales
Si un perfume es más o menos juvenil o adulto, tiene mucho que ver con ser hijo de su tiempo. Al igual que la moda, los coches o la comida, se nutre de la cultura, del pulso de la sociedad, de lo que se respira en la calle. Asimismo, la perfumería también es cíclica.
Este concepto lo desarrollaba para Yo Dona la perfumista Ane Ayo, nariz española joven artífice de grandes éxitos actuales, que nota que las nuevas generaciones ven en lo antiguo algo moderno. Vamos, que ellas no tienen ligado el aroma de sus tías Lita a algo que envejezca… Quizás porque nunca las olieron. «Lo que para nosotros huele a clásico o viejo, no lo hace en los jóvenes. A los aprendices por ejemplo les encanta ‘A Drop d’Issey’ porque huele a lila, un ingrediente clásico que usaban nuestra abuelas. Pero ellos son más jóvenes, no tienen ese referente en la memoria. Para ellos es algo nuevo».
Hablábamos del gusto infantil y juvenil por las fragancias frescas en España como herencia ancestral. Hoy en día, según Esperanza Pintado, «los perfumes más dulces son completamente adictivos para consumidores muy jóvenes. Este tipo de clienta tiene una necesidad de reafirmarse y elige fragancias de un ímpetu y una sensualidad sorprendente. Los aromas más golosos y excesivos que han estado en casa los han usado mis hijas en su adolescencia. Yo, en cambio, a esas edades usaba pachuli para hacerme la fuerte».
Estos mismos perfumes golosos y gourmand, también pueden gustar a personas más mayores, como añaden desde la Academia del Perfume, por eso «no nos gusta tanto decir que hay perfumes que te echan años encima, es más una cuestión subjetiva y personal». Así que huele bien… y no pienses en la edad de quién, porque cada nariz hará una interpretación según sus circunstancias.