¡Caretas fuera! Es el momento de la negociación en las salas de reunión de la Expo City de Dubái en la COP28. Este jueves, tras una semana de encuentros, iniciativas, charlas y presentaciones, es un día de descanso para comenzar el viernes con las duras negociaciones. Cinco días, siempre se toman unas horas más, para lograr un acuerdo satisfactorio para una cumbre que antes de que comenzara se bautizó como «la más importante desde París en 2015».
Los primeros días los pabellones y las salas de prensa se llenaron de optimismo tras el primer plenario oficial de la COP28. «Es un acuerdo histórico, por primera vez en la historia se llega a un acuerdo el día 1 de la cumbre del clima», anunciaba hace una semana el Sultán Al-Yáber, presidente de esta Conferencia de las Partes, en la apertura del evento climático.
Tras este logro, los representantes de los Estados tomaron la palabra para anunciar sus primeras aportaciones al Fondo de Pérdidas y Daños. Millones de euros que poco a poco han ido llenando la hucha disponible para los países más vulnerables y que estará bajo el mandato del Banco Mundial.
Una semana después es el momento de la diplomacia con la llegada de los ministros para el acuerdo final de la próxima semana. Un texto que deberá abordar los nuevos objetivos del Balance Mundial (Global Stocktake en inglés) en cuanto a reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y qué ocurrirá con el futuro de los combustibles fósiles.
«Solo podemos superar la crisis climática abandonando la situación actual», señaló este miércoles el secretario ejecutivo de la secretaría de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), Simon Stiell, en un encuentro con los medios.
Después de fotografías, alianzas y promesas de cada una de las Partes, el martes se puso sobre la mesa un primer borrador del Global Stocktake. El texto, en su versión inicial, recoge la opción de extinguir el uso de los combustibles fósiles, así como «eliminar rápidamente» en esta década toda generación de energía con carbón que no cuente con técnicas de mitigación. «Aún estamos lejos de un resultado garantizado», avanzó el think tank energético E3G presente en Dubái.
Sin embargo, «hay países que se oponen directamente a los 35 puntos del borrador», señalan fuentes consultadas por este periódico. «Tenemos un texto inicial sobre la mesa, pero es un montón de listas de deseos y de muchas posturas diferenciadas. La clave es separar el trigo de la paja y si queremos salvar vidas ahora y mantener el objetivo de 1,5 grados al alcance de la mano, los resultados deben ser más ambiciosos», relató Stiell.
La disputa clave se centra en el acuerdo final y en si las Partes deberían comprometerse a una «reducción gradual» o «eliminación gradual». «Es clave la palabra que se utiliza y está todo ajustado al milímetro», señala José Luis García, portavoz de Greenpeace, a este periódico. «Y más importante es que aparezca en el apartado del Global Stocktake para que sea un mandato para los Estados», añade.
Este apartado es una de las obligaciones nacidas tras el acuerdo de París de 2015 que establece ciclos de 5 años para que los países adheridos a este pacto revisen sus emisiones y ver si están en la senda de lograr mantener el calentamiento global en los 1,5 grados fijados en la COP21. Aunque la ciencia y la propia Naciones Unidas han dejado claro que con los actuales planes nacionales de descarbonización la temperatura media del planeta será 3 grados más caliente que la de la era preindustrial, el doble del objetivo marcado.
Crisis climática y geopolítica
La cumbre del clima se desarrolla al margen de dos graves crisis, cuyos ecos resuenan en los pabellones y salas donde se dirime el futuro inmediato del planeta.
Por un lado, los científicos han vuelto a hacer sonar las alarmas, primero la Organización Meteorológica Mundial y ayer mismo el Servicio de Cambio Climático de Copernicus. 2023 es el año más cálido desde que hay registros afirman ya con total rotundidad. «La anomalía térmica es de 1,46 grados con respecto a la era preindustrial», repiten.
Un mensaje sobre la mesa negociadora que queda empañada en muchas ocasiones con las crisis geopolíticas en Europa del Este y en Oriente Próximo. «Debemos olvidar las diferencias», señaló Al-Yáber, presidente de la COP28 en la sesión de apertura.