La Gran Vía de Madrid decide la Vuelta 2024

En el escenario donde habitualmente se entregan los premios Goya de cine se presenta la Vuelta a España 2024. Y en el itinerario que nace en Lisboa (quinta salida desde el extranjero y segunda desde la capital de Portugal) y concluye en Madrid, queda clara la aprensión que los días vacíos de contenido le producen al director general de la carrera, Javier Guillén. «No me gustan las jornadas de transición», dijo. El espíritu de la ronda de la camisola roja, su esencia como marca corporativa es que siempre suceda algo. Acción, energía, historias, movimiento…

Cualquier término vale para definir el propósito de una carrera que ha contagiado a su propietario, la sociedad del Tour y ha influido en su competidora, el Giro. Nadie quiere ya etapas insípidas, llano, escapada y esprint. En esa búsqueda, la Vuelta 2024 entrega montañas, altos, cotas, cimas y símiles al uso para procurar entretenimiento y audiencias, el objetivo de Guillén.

La Gran Vía de Madrid, con una contrarreloj de 22 kilómetros que partirá desde la actual sede de Telefónica en las inmediaciones de la M40 y terminará en el antiguo edificio del grupo empresarial, definirá el ganador en la ronda, tal vez el sucesor de Sepp Kuss. El Tour, hermano mayor de la Vuelta, aplica la misma fórmula este verano. Una contrarreloj de cierre entre Mónaco y Niza de 34 kms, cerrada ya París para la celebración de los Juegos Olímpicos.

«Son 22 kilómetros sin grandes dificultades técnicas ni orográficas que servirán para que los especialistas midan sus capacidades rodadoras, y si la general llega apretada serán 22 kilómetros de emoción hasta el último momento», explica Fernando Escartín, exciclista y director técnico de la carrera.

Empezando por el final la ronda expresa su identidad volcánica con la penúltima jornada, un viaje por Burgos, de Villarcayo (el pueblo de Íñigo Cuesta) hasta el Picón Blanco, puerto de reciente puesta en escena, al que los ciclistas tendrán que acceder previo paso por el Lunada y Tornos (primera categoría), más dos cotas de segunda (la Sía y el Caracol) y dos de tercera. Una etapa con cierto sabor añejo, tiempos de García al comando de la Vuelta, cuando la anterior dirección de Unipublic quería hacer creer al personal que aquello era una gran aventura, todos los años el mismo recorrido.


Maeztu-Parque

Natural de Izki

Estación

de montaña

de Manzaneda

Del 17 de agosto al

8 de septiembre

Portillo de Lunada

( 1.323 m)

Espinosa de los

Monteros

(757 m)

Distrito

Telefónica

Madrid

(707 m)

Edificio

Telefónica

(Gran Vía)

(687 m)

Del 17 de agosto al

8 de septiembre

Portillo de

Lunada

( 1.323 m)

Distrito

Telefónica

Madrid

(707 m)

Edificio

Telefónica

(Gran Vía)

(687 m)

La Vuelta comienza en Portugal (17 de agosto al 8 de septiembre) 27 años después de su primera salida desde el exterior de nuestro país. Aquello sí fue un acontecimiento, con el gobierno luso volcado y la ciudad de Lisboa entregada a la carrera del país vecino. «Es la continuación de un relato que comenzó unos cuantos años atrás», comenta Javier Guillén.

De regreso a España por Extremadura, cuarta etapa, más pronto que tarde, la carrera soltará su primera detonación en el Pico Villuercas, potente descubrimiento en 2021 junto al Monasterio de Guadalupe en Cáceres con rampas soberbias y un entorno propicio para imaginar pelea y movimiento entre los equipos.

De vuelta a Andalucía

Después de un verano de ausencia, Andalucía vuelve a cobrar protagonismo con cinco viajes por todas sus provincias. Aunque el acento se pondrá en los dos últimos, jornadas de media montaña entre Úbeda (la patria de Sabina) y el parque nacional de Cazorla y de alta montaña en la proximidad de Sierra Nevada, punto estratégico que conocen a la perfección los ciclistas por sus concentraciones en altura en busca de glóbulos rojos naturales en el CAR de la estación invernal. Se sube dos veces el potente Hazallanas y antes, el Purche.

Viene luego el martirio, uno de los tormentos que asolan a la caravana de la Vuelta, no tanto a los ciclistas, quienes viajarán en avión. Serán 982 kilómetros de traslado entre Granada y Ponteareas (la cuna de Álvaro Pino, ganador de la Vuelta de 1986) en el primer día de descanso. Un ejercicio de fe de nueve horas y media de coche atravesando España de arriba abajo para la tropa que sigue la carrera. El destino inevitable del personal especializado en ciclismo: conducir, copilotar o viajar en auto. Inexcusable para todos.

En Galicia espera otra propuesta de emociones, una etapa de puertecitos encadenados al estilo «yo me quedo por aquí» de Supermán López, un final en la estación de Manzaneda y una incursión en las frondosas y maravillosas tierras de los Ancares, zona despoblada, casi virgen, donde Contador preparó uno de sus asaltos a la victoria en 2014.

Lagos de Covadonga

El tránsito por Asturias se entrega a la máxima expresión de la Vuelta, la montaña. El Cuitu Negro, prolongación en pared del puerto de Pajares hasta la estación de esquí, y los Lagos de Covadonga, el puerto que más veces se ha subido en la historia de la ronda (22), ejercerán su influjo sobre la clasificación general y el estímulo de los aficionados. «Si hay algo que define el recorrido de 2024 es su dureza. Esta dureza se refleja en sus nueve finales en alto», cuenta el director general Javier Guillén.

En dirección a Madrid quedan los últimos coletazos en Vitoria, el parque natural de Izki, el Alto del Moncalvillo (otra incorporación reciente) y el Picón Blanco que en su primera aparición fue un éxito de público, aunque decepcionante en el resultado deportivo.

El final en la Gran Vía, frente a la antigua sede de Telefónica, es un homenaje de la carrera a Movistar, el principal patrocinador ciclista del país y propietario del equipo de Eusebio Unzué, que no está para muchas fiestas y que persigue la Vuelta desde hace años.

Enric Mas y Nairo Quintana encabezarán al Movistar en la ronda, que no tiene confirmada aún una participación tan suprema como el año pasado. No está en la agenda de Pogacar, tampoco Juan Ayuso, y podría encajar a Evenepoel, Roglic, Van der Poel o, como el año pasado, a Vingegaard.