La oncología permanece sometida a la dictadura de la estadística: el 90% de los pacientes cuyo cáncer se detectó temprano sobreviven, pero solo el 10% de los diagnosticados tarde lo consiguen. Por eso, un sencillo análisis de sangre que permitiese detectar la enfermedad en las fases tempranas de su desarrollo supondría una nueva era médica y esto es lo que parece haber logrado el joven científico alemán Alex Meissner, director del departamento de Regulación Genómica en el Instituto Max Planck de Genética Molecular. Ha conseguido una inversión de 200 millones para probar su test en 10.000 personas en Estados Unidos y los primeros mil análisis realizados avanzan que en 2025 estará presentada la solicitud de aprobación ante las autoridades médicas de este país.

La clave de su descubrimiento está en que el tejido tumoral se comporta de manera muy similar al tejido placentario, como si el cáncer utilizase para su desarrollo un programa embrionario. Meissner ha investigado cómo los mayores tipos de células especializadas de los humanos se desarrollan gradualmente a partir de las células madre de un embrión: qué parte de los aproximadamente 20.000 genes del genoma se activa y cuál se desactiva cuando madura una célula de la piel o del hígado. «El cáncer por sí solo es parte de una célula que ha sido activada accidentalmente por el programa de la placenta y que en ese momento está relacionada con más mutaciones en los genes que promueven el cáncer», explica Meissner.

Su test sanguíneo ha sido diseñado para seguir el rastro de esas mutaciones en el proceso de metástasis. Él lo denomina ‘firma cancerosa‘, que debería poder diagnosticar en fases tempranas cualquier tipo de cáncer. La idea básica ya era conocida, pero los métodos bioinformáticos han mejorado en los últimos años y ahora permiten utilizar esos patrones para el diagnóstico.

La firma de capital de riesgo con sede en Boston Flagship, fundadora de la ahora reconocidísima ARN Moderna, se ofreció a financiar el desarrollo. Pero Harbinger Health, la empresa que se ha puesto manos a la obra, está lejos de ser la única que intenta detectar el cáncer mediante un análisis de sangre: Grail, que se sirve de inteligencia artificial, espera culminar un gran estudio en 2026, en busca ADN canceroso en la sangre. Hanse Merkur Insurance trabaja en Darmstadt en una prueba PanTum Detect, diseñada para detectar enzimas típicas del cáncer en la sangre. La tradicional Roche investiga en la detección temprana del cáncer de pulmón mediante análisis de sangre, con el objetivo de comercializar un medicamento para el tratamiento en las primeras etapas de la enfermedad. Se trata de un mercado de miles de millones de dólares. El problema hasta ahora ha sido que las pruebas tenían una tasa de error relativamente alta y muchos diagnósticos de prueba resultan posteriormente incorrectos.

Meissner no solamente analiza la secuencia genética de los fragmentos, sino también los grupos metilo que se sientan como espinas en los genes. Si faltan las espinas, los fragmentos de genes probablemente provienen de una célula cancerosa. Al centrarse en el patrón de metilación, los interruptores epigenéticos de encendido y apagado de muchos genes, es posible detectar miles de piezas características de material genético que manifiesten al firma cancerosa, logrando así más fiabilidad en el diagnóstico. Es posible, además, determinar en qué tejido u órgano se produce el desarrollo canceroso. Tal vez incluso un patrón de tamaño del tumor, gracias a la cantidad de ADN específico del tumor contenido en la muestra de sangre, aunque Meissner reconoce que «todavía no hemos llegado a ese punto».

En el primer estudio piloto se detectó ya una alta sensibilidad de la prueba, que indicó correctamente entre el 70% y el 90% de los casos, dependiendo del tipo de cáncer. Todavía no hay certeza científica, pero estos indicios permiten ya imaginar sistemas sanitarios en los que al menos los grupos de riesgo puedan hacerse regularmente análisis de sangre capaces de detectar la enfermedad en su fase más temprana. Queda por resolver la cuestión del precio: Meissner no da datos, pero el mercado estima en unos mil euros el coste de cada análisis, que con su práctica generalizada y el paso de los años podría quedar entre 150 y 300 euros. Y además hay que encontrar el tratamiento: para un cáncer detectado en fase muy temprana no estará indicada una quimioterapia y quizá solo se pueda esperar a que se desarrolle un poco más. O no. El test sanguíneo también abre la puerta a nuevas preguntas.